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La República Dominicana, como potencia latinoamericana en el deporte del diamante, y por tener la mayor cantidad de jugadores extranjeros en Grandes Ligas, amerita que Santo Domingo tenga un estadio con el decoro y la representatividad que el deporte de mayor arraigo nacional merece.
El Comisionado de Grandes Ligas, Rob Manfred, acaba de anunciar que los Tigres de Detroit vendrán a Santo Domingo a disputar dos partidos de fogueo con la selección de República Dominicana que disputará el Clásico Mundial en 2026. Los cotejos serán los días 3 y 4 de marzo en el Estadio Quisqueya Juan Marichal.
El anuncio del señor Manfred se produjo como parte de las Reuniones de Invierno de la MLB en Orlando, Florida, en un encuentro con responsables del equipo dominicano que incluyó al gerente general Nelson Cruz, al dirigente Albert Pujols, el ministro de Deportes Kelvin Cruz y el presidente de la Federación local Juan Núñez.
Esta nueva muestra de confianza que ofrecen las Grandes Ligas al béisbol dominicano y su fanaticada debe ser aprovechada, especialmente por esta, para ofrecer una inequívoca demostración de que realmente merece que su principal plaza beisbolera —y el país— tengan un estadio nuevo con las mejores prestaciones posibles.
En este país todos están muy claros con que a las gentes les cuesta asistir en masa a los eventos deportivos, más allá de la alta envergadura que tengan, bajo el alegato de los elevados costos de boletas de entrada, sin dejar de lado gastos accesorios, como bebidas y comestibles.
En cambio, esta misma ciudadanía abarrota los conciertos y festivales de música de los géneros populares, entre otras actividades, sin importar que estos se celebren por dos o más fechas. Y pagan los precios fijados por los organizadores del espectáculo, incluso los super abultados que exigen en las reventas o mercado negro, a veces obscenamente exagerados.
La oportunidad que se presentará en marzo es única para que los amantes de nuestro deporte rey puedan ver en acción en tierra propia a sus galácticos de Grandes Ligas como Juan Soto, Vladimir Guerrero Jr., Fernando Tatis Jr., Manny Machado, José Ramírez, Junior Caminero, Gerardo Perdomo, Ketel Marte, Julio Rodríguez, Framber Valdez, Cristopher Sánchez, Luis Castillo y demás, la mayoría por confirmar.
Llenar el Quisqueya Juan Marichal los días 3 y 4 de marzo próximo mandaría un mensaje meridiano al Gobierno, al sector privado y a la Comisión designada por el presidente Luis Abinader para determinar la viabilidad de construir un estadio nuevo o la rehabilitación del vetusto del Ensanche La Fe, con la condición de que sea un estadio con los estándares que exige la MLB.
También bajaría fuelle al principal argumento que esgrimen quienes se oponen a la idea de un nuevo parque de pelota para la Capital. Su argumento se basa en la pregunta: ¿para qué hacer un estadio moderno y de mayor aforo, cuando al Quisqueya solo asiste público en mayor dimensión solo cuando juegan Águilas Cibaeñas y Tigres del Licey en la pelota invernal?
Nuestra condición de país netamente beisbolero, dado el estatus alcanzado por nuestros peloteros, con varios entre los mejor pagados del gran negocio en Norteamérica y por tener la mayor cantidad entre los extranjeros en Grandes Ligas, amerita que Santo Domingo muestre al mundo que tiene un parque con el decoro y la representatividad que valide lo arriba citado.
Y esta nueva oportunidad que brinda la MLB con enviar a una de sus franquicias, Tigres de Detroit, a foguearse con nuestra selección del Clásico Mundial 2026, preñada con parte de los mejores portentos de las Grandes Ligas, debe ser aprovecha con un golpe de efecto, que impulse a la fanaticada a abarrotar el Quisqueya los días 3 y 4 de marzo.
Publicada originalmente en 1995 y actualizada en varias ediciones hasta 2014, "El fútbol a sol y sombra" se ha convertido en el libro más traducido y leído de Eduardo Galeano. No es un tratado deportivo ni una crónica convencional: es una obra maestra de la literatura latinoamericana que transforma el juego más popular del planeta en espejo de la condición humana.
Ozzie Virgil Sr. abrió las puertas de las Mayores para los jugadores de República Dominicana en 1956. Su carrera como utility player y posterior rol como coach dejó huella e inspiró a posteriores estrellas quisqueyanas en la Gran Carpa. Fallecido en 2024, su vida enfrentó desafíos raciales, pero también tuvo momentos icónicos.
Entre los años 1956 y 2025 —según Baseball Reference— 930 dominicanos han llegado a las Grandes Ligas. He aquí el primer capítulo de una reseña acerca de los quisqueyanos que dieron el salto a la Gran Carpa y dejaron huella en el deporte del diamante.
