La entidad rectora del fútbol enfrenta un aluvión de reproches por los elevados costos de las entradas a la Copa del Mundo, que coquetean con los 9.000 dólares para la final. Organizaciones como Football Supporters Europe denuncian una "traición monumental" que aleja a los seguidores leales del torneo.
Los precios de las entradas para el Mundial 2026, revelados esta semana por las asociaciones nacionales, han desatado indignación al superar con creces las expectativas iniciales de los fans. Según las listas distribuidas, los boletos para partidos de la fase de grupos oscilan entre 180 y 700 dólares por encuentro, dependiendo de la categoría y el estadio. Para las instancias decisivas, el salto es abismal: la final arranca en 4.185 dólares y alcanza los 8.680 dólares en las zonas premium.
Un seguidor leal que aspire a acompañar a su selección desde la fase de grupos hasta la final podría desembolsar al menos 6.900 dólares, casi cinco veces lo registrado en Qatar 2022. Esta asignación, destinada a los programas de fidelidad de las federaciones, excluye las categorías más bajas, reservadas para ventas generales sujetas a precios dinámicos, un mecanismo que ajusta los costos en tiempo real según la demanda.
Voces de descontento en el mundo del fútbol
Football Supporters Europe (FSE), principal voz de los hinchas en el continente, ha calificado estos montos como "extorsivos" y una afrenta a la esencia universal del torneo.
En un comunicado oficial, la entidad europea expresa:
“Esta es una traición monumental a la tradición del Mundial, ignorando la contribución de los aficionados al espectáculo que representa”.
La organización exige la paralización inmediata de las ventas a través de las asociaciones nacionales hasta que se garantice un esquema que respete el carácter inclusivo del evento.
Desde Estados Unidos, donde se disputará la mayoría de los 104 partidos, se suman ecos de sorpresa. Medios locales destacan cómo estos precios convierten el certamen en un "juego corporativo", que deja al margen a familias y seguidores de ingresos medios. En redes y foros los comentarios de los fanáticos proliferan con términos como "estafa" y "desilusión", que reflejan un malestar más allá de las fronteras.
Comparación con copas mundiales anteriores
Para contextualizar la magnitud del aumento, basta revisar ediciones previas del magno evento futbolístico. A continuación se detallan los rangos de precios por final, ajustados a valores aproximados de la época:
Edición
Sede
Precio mínimo final (USD)
Precio máximo final (USD)
1994
Estados Unidos
25
475
2022
Qatar
70
1.600
2026 (proyectado)
EE.UU./Canadá/México
4.185
8.680
Fuente: Compilación de datos históricos de la FIFA y reportes periodísticos recientes.
Estos incrementos, que multiplican por siete el costo qatarí, contrastan con las promesas iniciales de la FIFAde boletos desde 60 dólares para grupos y 6.730 dólares para la final, cifras que ahora parecen inalcanzables para el público general.
La posición de la FIFA ante las quejas
La institución rectora no ha emitido un pronunciamiento directo sobre las críticas, pese a consultas de la prensa. En su lugar, la entidad enfatiza que el 8% de los boletos se destina a las federaciones para hinchas leales, y que la plataforma oficial de reventa cobrará solo un 15% de comisión para desincentivar el mercado secundario, donde los precios ya superan los 11.000 dólares por una entrada a la final.
La tercera fase de ventas, lanzada el 11 de diciembre de 2025, opera mediante lotería aleatoria hasta el 13 de enero de 2026. Los solicitantes pueden pedir hasta cuatro entradas por partido y un máximo de 40 en total, con notificaciones en febrero. Los boletos restantes se ofertarán más cerca del torneo, aunque sin cronograma definido.
Implicaciones para el torneo tricontinental
Con sedes en 16 ciudades de Estados Unidos, Canadá y México, el Mundial 2026 prometía ser el más accesible por su escala. Sin embargo, estos precios amenazan con vaciar gradas de pasión popular, y solo dará acceso a corporativos y revendedores. Analistas advierten que, en un contexto de inflación global, el descontento podría erosionar la imagen de la FIFA, lo que debería obligarla a reconsiderar su modelo antes de que el balón ruede en junio de 2026.
Mientras tanto, los aficionados aguardan soluciones que devuelvan el Mundial a sus raíces: un festín compartido, no un lujo exclusivo.
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